El regazo de Papá Noel - Historia del calendario de adviento de Hot Octopuss
Jay hace el mismo chiste cada vez que pasamos por la gruta de un centro comercial o por un hombre vestido de Papá Noel haciendo una colecta benéfica. Se inclina, me besa justo en la oreja y gruñe: "¿Quieres sentarte en el regazo de Papá Noel? Yo pago...".
La primera vez que lo hizo, fingí estar molesta, pero me gustó ese matiz de desafío en su voz. Le daba un aire dominante, casi paternal. De inmediato sentí ganas de meterme en el papel, de ser traviesa y buena a la vez para él. Debió de intuirlo, porque la segunda vez que lo dijo, lo acompañó con una mano firme en mi trasero y me sorprendí sintiéndome un poco excitada.
La primera vez que lo hizo, fingí estar molesta, pero me gustó el tono desafiante en su voz. Lo hacía parecer autoritario, casi paternal. Sentí un deseo inmediato de actuar según el juego de roles: ser traviesa y buena para él. Debió de sentir esa inclinación, porque la segunda vez que lo dijo, lo acompañó con una mano firme en mi trasero y me sentí un poco excitada.
¿Ahora? Me encanta. No sé por qué, pero me encanta. Me gusta la idea de colarme en una de las grutas cuando Papá Noel está en su hora de comer, sentarme en el regazo de Jay y poder susurrarle al oído lo buena que he sido y lo que merezco como regalo. Sinceramente, creo que he desarrollado una reacción pavloviana un poco excitada cada vez que veo a un chico con traje rojo y barba blanca. Así que esta Navidad, voy a ver hasta dónde puedo llegar...
“Mantén las manos a los lados”, le diré, porque es divertido hacerle esperar. Luego me quitaré la ropa, prenda a prenda, y observaré cómo sus ojos siguen mis dedos mientras desabrocho lentamente cada botón de mi camisa…
Tengo una idea rondándome la cabeza, y todo surge de su chiste tonto de Papá Noel. Primero voy a sentar a Jay en el sillón grande y cómodo del salón. Voy a decirle que me he portado muy bien y que es hora de que me escuche mientras le digo lo que quiero para Navidad. Le va a gustar, lo sé. En cuanto diga "buena chica", me imagino que también le entrará esa reacción pavloviana. Casi puedo verlo ahora: cómo se le aprietan los vaqueros a medida que su pene empieza a crecer en su entrepierna.
"Mantén las manos a los costados", le diré, porque es divertido hacerlo esperar. Luego me quitaré la ropa, pieza por pieza, y veré cómo sus ojos siguen mis dedos mientras desabrocho lentamente cada botón de mi camisa...
Al quitarme los vaqueros y las bragas, me giro para mirarle por encima del hombro y poder ver su cara mientras me inclino, con una mano en cada nalga, y me abro como haría si fuera a follarme.
Quiero que se sienta torturado por la anticipación, igual que la mañana de Navidad cuando lo hago esperar para abrir sus regalos. Está acostumbrado a arrancar el envoltorio rápidamente, mientras que en mi familia saboreamos el momento. Así que lo haré sentar con las manos a los costados mientras me quito la camisa y luego el sujetador, inclinándome para darle un beso casto en la mejilla mientras mis pechos desnudos flotan tentadoramente frente a su cara. Le susurraré al oído "Voy a ser una chica tan buena contigo" mientras desabrocho y bajo la cremallera de mis vaqueros. Me daré la vuelta para enseñarle mi trasero, me los bajaré, junto con mis bragas, inclinándome ligeramente hacia adelante para que vea mi coño desnudo.
Me imagino que en ese momento su pene se contraerá.
Saliendo de mis jeans y bragas, me giro para mirarlo por encima de mi hombro para poder ver su rostro mientras me inclino, una mano en cada nalga de mi trasero, y me abro como lo haría si estuviera a punto de follarme.
“¿Listo?” le preguntaré, y él asentirá. Quizá deje escapar otro de esos gemidos hermosos y dolientes.
Espero que en este punto haga uno de esos deliciosos y sensuales sonidos en el fondo de su garganta, a medio camino entre un gruñido y un gemido, desesperado por que le digan que puede acercarse y tocar.
—Te diré lo que quiero para Navidad —diré—, y cuando termine, entonces y solo entonces podrás follarme. ¿Entiendes?
Girándome para mirarlo, me inclino hacia adelante y tomo su rostro entre mis manos, mirándolo directamente a los ojos oscuros para captar la urgencia de su lujuria. Tomándome mi tiempo, recorreré su cuello con los dedos, recorriendo sus clavículas, y luego más allá, más allá de su suave vientre, hasta donde palpita su pene —gordo, pesado, satisfactorio y tan tentador— dentro de la prisión de sus vaqueros. Antes de sentarme, aliviaré un poco la presión. Le bajaré la cremallera y lo dejaré salir. Todavía apretado dentro de sus calzoncillos, pero ya no sofocado por la tela vaquera.
"¿Listo?", le preguntaré, y él asentirá. Quizás emita otro de esos hermosos gemidos de dolor.
En ese momento, quizá sus manos se muevan y tenga que apartarlas. Hazle esperar solo un poquito más antes de dejarle disfrutar de toda mi piel desnuda.
Y en ese momento me sentaré. Plantaré mi trasero y mi coño desnudos directamente en su regazo para poder retorcerme satisfactoriamente contra su erección temblorosa. ¡Qué travieso! Para tapar la parte "amable", le rodearé el cuello con los brazos y me inclinaré para susurrarle al oído. Le diré lo que quiero para Navidad y cómo quiero que me lo dé.
Esa parte también es traviesa.
"Para Navidad quiero que me vistas completamente", susurro, mientras me froto contra su regazo. "Cómprame lencería que te haga latir la sangre en la polla. De esas que no quieres quitarte con cuidado, sino desgarrar con los puños".
“Vale, ahora fóllame.”
Retorciéndome un poco más, continúo... "Además de la lencería, quiero que me compres el conjunto más sensual que puedas soñar. Una falda que sea como un cinturón, una camiseta que se ajuste tanto a mis pechos que casi parezca un corsé. O pantalones cortos de seda si lo prefieres, unos que se vean sexys como un babydoll y que hagan un sonido placentero al azotarlos. ¿Medias que me lleguen hasta la mitad del muslo, quizás? Unas que dejen justo ese tentador y suave espacio de muslo para que puedas hundir los dedos..."
En este punto, quizá le tiemblen las manos y tenga que apartarlas de un manotazo. Que espere un poquito más antes de soltarlo sobre mi piel desnuda.