Cuando digo la palabra "placer", seguro piensas en algo íntimo, sexual o incluso en algo que involucra a otra persona. Pero ¿y si te dijera que el placer es mucho más?
Sí, así es, el placer no se trata solo del sexo; es una emoción, una sensación y un proceso que se desarrolla con el tiempo, y nuestra relación con él puede cambiar en la forma en que lo deseamos y nos entregamos a él. El verdadero placer requiere práctica, paciencia y, en algunos casos, sanación y desaprendizaje.
Entonces, ¿cómo exploramos el placer de una manera que sea satisfactoria, enriquecedora y libre de vergüenza y también fuera del ámbito del estereotipo del pene en el sexo vaginal?
El placer se trata de conexión. ¡Primero solo!
El placer no se trata solo del sexo; empieza por nosotros mismos. Sí, así es, ¡está bien explorar el placer en soledad! Cuanto más conectados estemos con nuestro cuerpo, emociones y deseos, más profundas serán nuestras experiencias placenteras. Explorar el placer también puede ser a través del autotoque, el movimiento, la creatividad o la exploración sensorial; el placer es una forma de reconectar con uno mismo y descubrir qué nos hace sentir bien. Por ejemplo, recuerda una comida que te hizo moverte de emoción o cuando sentiste el sol en la piel; esos son momentos de placer.
Vergüenza y placer
Muchos de nosotros crecimos en entornos donde el placer se desestimaba, se avergonzaba o se ignoraba. Ya sea por tabúes culturales o mensajes sociales, el placer a menudo se ha visto como algo "malo", especialmente para las mujeres. Desafortunadamente, esto ha creado una sociedad de personas que se sienten desconectadas de sus cuerpos, haciendo que el placer se sienta extraño o incluso culpable. Sin embargo, estamos aquí para que sepas que todo cuerpo merece placer, sea cual sea su forma.
El placer puede existir fuera del sexo.
Pasemos al punto más importante a la hora de explorar el placer: explorar primero más allá del sexo. Si bien el placer suele estar vinculado al sexo, es mucho más amplio y, como mencionamos al principio, puede adoptar muchas formas y experiencias. El placer puede ser lo que desees, desde un baño caliente, un masaje sensual, disfrutar de tu comida favorita o un largo abrazo con tu pareja o amigo. Está en el movimiento, la risa, la música, el baile, la cocina y mucho más. Cuando ampliamos nuestra idea del placer y lo que realmente significa para nosotros más allá de la cama, creamos más oportunidades para sentirnos bien, lo que, con suficiente práctica, puede empezar a traducirse en sexo.
El placer es un proceso.
Si algo aprendes de este artículo, es que el placer no es un destino, sino un viaje, y el viaje de cada persona es único. Explorar el placer se logra mediante la experimentación, el autodescubrimiento y mucha paciencia y autoconciencia. No hay una forma "correcta" de experimentarlo, y está bien que evolucione con el tiempo y también que cambie según las experiencias. Puedes disfrutar de algo un año y al siguiente desanimarte por completo. Si bien vivimos en un mundo de gratificación instantánea, dedicar tiempo a explorar el placer, en lugar de esperar a que suceda espontáneamente, es la clave del éxito y te ayudará a construir una relación de por vida con él. Recuerda no forzarlo ni desanimarte si no lo encuentras. Simplemente tómate un tiempo para explorar cuándo sentiste placer por última vez y recrea esa experiencia.
El placer es una emoción y una sensación.
Por último, recuerda que el placer es tanto físico como emocional. Es el escalofrío que sientes en la piel, la respiración profunda de la relajación, el aleteo de la emoción o la calidez de la conexión. Pero también es alegría, anticipación, alivio y pertenencia. El placer es multidimensional, y cuando nos damos permiso para sentirlo plenamente, podemos empezar a conectar con nuestra mente y nuestro cuerpo.
Abrazando el placer, un paso a la vez.
Ya sea que el placer te resulte extraño, vergonzoso o familiar, la verdad es que es tuyo y solo tuyo. No hay una forma correcta o incorrecta de experimentarlo; es solo tuya, así que empieza poco a poco. Una respiración profunda. Un estiramiento lento. El sabor de algo delicioso. Una caricia que te haga sentir bien. ¡Busca algo que les dé placer juntos y diles hola!